Por Valeria S. Alcain. Abogada. Especialista en Abuso Sexual Infantil.
Demás está decir que el delito de abuso sexual infantil, es en nuestra sociedad uno de los delitos mayormente repudiados, también, el más silenciado. Sobre todo teniendo en cuenta que en el mayor porcentaje, estos delitos ocurren intramuros, o en situaciones de entorno intrafamiliar y/o de confianza.
También es verdad, que en este tipo de delitos, los procesos judiciales suelen ser perversos. Es a partir de allí, que la sociedad toda comienza a descreer de la justicia. La justicia, como verdadera reparación a las víctimas no llega, o llega tarde, y en el camino se suele transformar en una “picadora de carne” para quienes deben atravesar los procesos, plagados de revictimizaciones, lentos, patriarcales, y altamente iatrogénicos. Queda claro esto, pero lo que debe quedar más en claro aún, es que la justicia es la única herramienta que tenemos a los fines de buscar una reparación. Vivimos en un Estado de Derecho, y por tanto, a pesar de sus fallas, la búsqueda de justicia debe ser incansable.
El delito de abuso sexual a Niños Niñas y Adolescentes ( NNyA), es un complejo entramado, que debe ser abordado de forma integral, transdiciplinariamente y con un alto compromiso de la sociedad toda. Pero ese compromiso social, debe encausarse en acciones que ayuden a las victimas y/o sobrevivientes, y no las deje expuestas, estigmatizadas, y solas. Nunca se debe anular su deseo, sino que por el contrario, se deben respetar sus tiempos en acciones de escucha activa y comprometida con el menor manoseo posible de la situación y el relato.
Nuestra ciudad ha sido testigo en los últimos días de un hecho aberrante de abuso sexual a una niña de quince años. Y, por hartazgo la sociedad reaccionó. Sin duda alguna, no de la mejor manera, tal vez, con las herramientas que tuvieron a mano, para explotar ante hechos de violencia que son repetitivos en nuestra localidad y en el mundo.
Un NO rotundo a los escraches
Estamos a un clik de distancia de todo. El problema es cuando en ese segundo que requiere un clik no se piensa en las consecuencias de lo que estamos viralizando. En este hecho en particular el escrache llego a poquísimas horas del hecho. Y sin duda, no se pensó en las consecuencias.
En los delitos sexuales, las primeras horas son fundamentales al momento de recabar pruebas. Es primordial la intervención del área de salud, como así también de salud mental para brindar contención a la víctima y que se realicen las pericias que permitan la acumulación de pruebas fundamentales para el proceso posterior. La intervención inmediata del fiscal que entenderá en la causa y la producción de las medidas de prueba urgentes tendientes a imputar al agresor. Este trabajo debe hacerse bajo el mayor secreto de sumario posible. Es decir que advertir al agresor mediante redes sociales de una denuncia en su contra puede sin duda derivar en la desaparición de pruebas fundamentales, redundando en un claro perjuicio a la víctima. Incluso, el acusado puede fácilmente “desaparecer”. En qué medida entonces un escrache en ese momento puede ayudar?
Lo único que provoca un escrache en ese momento, es el entorpecimiento del proceso. Guardemos la bronca para cuando la justicia no actúe, o no llegue a tiempo.
La única vía posible es la inmediata denuncia. Asegurarnos que a la víctima se le realicen los exámenes médicos correspondientes, y se resguarden las evidencias. Asegurarnos de que tenga contención psicológica, y esté acompañada. Que se establezcan las medidas cautelares pertinentes como restricción de acercamiento, botón antipánico, etc. Las primeras horas son para ocuparnos y preocuparnos por la victima, en silencio y escucha activa. Acompañando, conteniendo, y resguardando todo el material probatorio posible. Realizada la denuncia, los vecinos que estuvieran en condiciones de prestar declaración si es que vieron o saben algo relacionado, pueden acercarse a la Comisaría y declarar de manera espontánea, si es que asumen el verdadero compromiso de ayudar a la causa.
La reacción social.
Es verdad que estamos hartos. Ya no toleramos que continúen pasando este tipo de situaciones. Es verdad que la justicia no genera confianza. Pero, vivimos en un estado de derecho. Que es lo que nos hace pensar con una doble moral ante un pibe chorro o un agresor sexual? Porque pedimos garantías para uno, y punitivismo para otro?
Debemos pensar que la justicia por mano propia también termina siendo un delito, igual al que estamos repudiando.
Me preocupa y alarma que así sea, porque nos encontramos en terreno peligroso. Terreno al que dijimos “Nunca más”. Hasta el más cruel de los genocidas tuvo acceso a un juicio justo como garantía constitucional, y así debe ser. No podemos perder el foco.
Un proceso JUSTO. Que también sea justo para las víctimas. Y no quiero dejar de hacer foco en esto, porque el Estado de derecho para las victimas suele no ser garantizado. La lentitud y mirada judicial hacia las victimas, madres protectoras, y demás intervinientes, es también muchas veces no garantista, redundando en una vil vulneración de derechos de raigambre internacional. Pero esa es la lucha que todos tenemos que dar.
Si avalamos la justicia por mano propia, avalamos las detenciones sin orden judicial, y estaremos en graves problemas.
Reaccionemos, pero aportando y resguardando a la niña. Explotemos cuando sea la justicia la que no garantice los derechos de los NNyA.
Escrachemos cuando los jueces y operadores judiciales no cumplan con la debida diligencia estricta. Acompañemos a las victimas a atravesar los procesos.
Queda mucho por hacer… y sobre todo, mucho para pensar.