Participaron Claudia Masin —escritora y psicoanalista— entrevistada por Candela Romano; el escritor y cineasta César González, entrevistado por Luciano Sáliche; y la escritora y directora teatral Nina Ferrari, del sello Sudestada.
También estuvo presente el reconocido humorista gráfico Tute, quien presentó su libro “Ensayo para mi muerte” junto a Pilar Vellón, su compañera de vida y de proyecto. Compartieron con el público los desafíos de la autogestión y del proceso de “autoeditarse”.
Casi como la Biblia y el calefón, pero en clave de decálogo sobre cómo el humor se sostiene en el absurdo, Pedro Saborido ofreció un cierre encendido, extendiéndose más allá del tiempo previsto ante un público atento a sus reflexiones, cómicas pero certeras. Acompañado por el periodista Dino Bercellini, recorrió Peter Capusotto y sus videos, anticipó su libro sobre la felicidad y desplegó una serie de axiomas que, para él, explican la capacidad de hacer reír al otro.

Con pizarra en mano, sumó referencias locales, subrayando el rol del público como creador de sentido: “Si para ustedes chivilcoyanos, en un relato está citado ‘Chivilcoy’ o la ‘vuelta al perro’ e incluso ‘Randazzo’, hay un valor agregado, la importancia se la dan ustedes como lectores, lo hacen visible”, compartió.

La importancia de la FLICH
En el intercambio con el público, Saborido destacó lo poco frecuentes que son estos espacios de gestión independiente centrados en la literatura. En la charla posterior con este medio, señaló: “Me parece que son oportunidades de hablar de otra cosa, de encontrarse de otra manera; es saludablemente bueno ganar terreno en el ámbito del pensamiento, que tiene que ver con la lectura; y cualquier cosa que tenga que ver con el pensar, nos va a ayudar a vivir más y mejor. Es evidente que si le das más trabajo a tu cerebro, que se pone en funcionamiento, en este caso es un encuentro distinto: en el ámbito de un club donde se hace deporte, bueno, venir también a entrenar la mente un rato; nunca está de más”.

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